La tierra de las oportunidades lleva más de 400 años acogiendo a personas pioneras y empresas que dan forma a un nuevo mundo lleno de valentía. Aquí, el mar insufla vida a comunidades con raíces acadianas, inglesas y europeas. Atraviese paisajes asombrosos y bordee costas escarpadas mientras se sumerge en fascinantes tradiciones, descubre una historia espectacular y contempla monumentos emblemáticos. Saboree los platos regionales, celebre las costumbres locales y contágiese del espíritu de sostenibilidad que impregna este entorno tan bello y tranquilo.

La amplia costa continental se ha convertido en un auténtico crisol étnico y presume de un delicioso patrimonio culinario en el que la inmigración, los pueblos esclavizados y las comunidades indígenas desempeñaron un papel determinante. Cada región rinde homenaje a sus raíces culturales: las exquisitas langostas de las provincias marítimas de Canadá; el café con sirope de arce o los licores de hierbas boreales, setas o flores silvestres del entorno del río San Lorenzo; la sidra de los árboles frutales de las remotas islas de la Magdalena, y la poutine, el fuagrás y los suntuosos suflés franceses de Quebec. Disfrute de una cena en un restaurante con estrella Michelin en Nueva York que dará un toque de sofisticación a su aventura.

Antes de la llegada de los exploradores europeos, en Norteamérica vivían las comunidades nativas del continente: en las provincias marítimas de Canadá habitaban los micmac y los malecitas, mientras que en Florida del Sur lo hacían los tequesta. Estos pueblos pescaban, buscaban alimento y cazaban en vastas praderas llenas de bisontes. Más tarde, los pioneros europeos y los patriotas ingleses dejaron un legado de batallas heroicas y monumentos conmovedores. Pasee por las ciudadelas históricas de Quebec, admire la antigua arquitectura, contemple faros preciosos y descubra lugares declarados Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en ciudades bulliciosas y territorios vírgenes.

Los cinematográficos paisajes de esta región inundan una costa escarpada donde el tiempo y el fluir del agua han ido esculpiendo increíbles acantilados y profundas hoces junto a laderas cubiertas de pinos. Navegue por un vívido cuadro de joyas excepcionales, desde las increíbles mareas de la bahía de Fundy hasta las arenas blancas y las emblemáticas tejas verdes de Isla del Príncipe Eduardo. Piérdase en una increíble caminata por el majestuoso parque nacional del fiordo de Saguenay, explore los llamativos acantilados rojizos de las islas de la Magdalena y déjese maravillar por la impresionante ciudad de Sept-Îles. Pasee por los bucólicos pueblos de Quebec y por paisajes salpicados de lagos mientras trata de avistar alguna ballena en plena ruta migratoria.